Cruzcampo Gran Reserva.

Ya conocéis algunos mi indisposición para utilizar términos como «Reserva» o «Gran Reserva» para denominar a las cervezas, y además, mi antipatía por el logo-mascota de la marca Cruzcampo.

Como cerveza he de decir que me ha llamado la atención su agradable sabor, me ha parecido muy equilibrada, noble y correcta. En el vaso podemos observar un color dorado con tonos de bronce muy cristalino, con poca gasificación, y una espuma uniforme y cremosa que deja paso a una textura sedosa en el paladar y un sabor a cereal algo dulzón y muy, muy grato, con el punto justo de amargor y de sensación alcohólica.

La botella no posee más que un collarín de plástico y una decoración en relieve en el vidrio de la botella, muy interesante para coleccionistas. El tapón, serio, con Gambrinus en contraste sobre un fondo negro.

Independientemente de mi planteamiento contrario a los «estímulos» de la marca, he de decir que como cerveza me ha parecido muy buena, teniendo en cuenta también que antes de esta prueba, tomé una de las cervezas de menor calidad que jamás había tomado.

Atípica cerveza española de alta calidad, envasada por Heineken en Sevilla y clasificada como Cerveza Especial.